lunes, 12 de marzo de 2007

Albacete. 23 de febrero.
(sesiones 24 y 25)

Salgo de casa en Albacete (mi segundo hogar) y voy caminando a contar cuentos en una biblioteca de la que soy socio. Nunca me había pasado. Primero para niños y después para adultos. Lo pasamos bien. Los niños saben hacer un silencio precioso. Les han ido enseñando las personas que les entregado sus palabras semana tras semana, ylos bibliotecarios que, aquí sí, se esfuerzan porque el clima sea el propicio... y los padres que han comprendido este espacio como un acto cultural. Gracias.

Los adultos llegaron con los cuentos puestos, no tuve que hacer nada. Entre el público, perfectamente integrados, mis suegros, un honor. Conté mis historias con clama, ante unas personas predispuestas a disfrutar. Eso se contagia. Tardes así son las que hacen que uno se alegre de tener este oficio.

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